Despacio,
despacio no hay prisa. Respira, no abras los ojos, no hagas nada, nada que no
quieras hacer. No hay espacios que repasar, ya los conoces. Estas segura.
Ahora
es el momento de imaginar, ahora es el momento de concebir. Penetra en tu
tiempo. No hay que razonar, solo dejar fluir lo que te aprieta. Aflójalo, no es
nada. Nada se estrecha, inhala la serenidad.
Abres
los ojos y descubres que es un nuevo día, agradeces su despertar.
Te
tomaste tanta prisa, creciste tan rápido y te incorporaste tan deprisa, que
sólo subiste.
No
hubo sosiego….la tranquilidad se
quedo en el colchón de tu infancia.
Resbalaste por el tobogán de la prontitud. No te balanceaste en la
imaginación, ni acunaste las mañanas de juegos.
Todo te estaba otorgado y los días precintados.
No había mañanas de descanso, ni mecidas noches de desvelos que planease
sugerentes finales de cuentos de hadas.
El calor de tu cama era regalado por otros cuerpos, y compartidos anhelos
de historias del mañana, juntas añadíais aroma a la estrechez de noches
estrelladas.
Sabias palabras escuchaste, de personas que te amaban, mas acogidas a la
usanza de los años que tocaba.
Despilfarros de amaneceres, de días y de oportunidades, que no pudiste
explotar, ni tú, ni las otras niñas que esperaban, y complacer las expectativas
que las antecedentes generaciones creaban.
Salpicaste sabiduría, vitalidad y proeza y aprendiste todo aquello que se
te traspasó de la experiencia.
Nada te venció, aunque fue dura tu andanza. Más arañando la privación obtuviste
fuerza para creer en el amor y la esperanza.
Ni salidas, ni escapadas a parajes que someten a anidar falsas
aspiraciones. Tu estabilidad fue la fuente donde tu coraje bebía, dispuesta a acometer
tu anidación y crisálida. Pronto rasgaste la capa que envolvía tu cuerpo
renovado y, en tu afán de superación, tu sola te alaste.
Contemplaste lo real desde las alturas y comprendiste que ningún mundo nos
es regalado.
Mas por la proeza de la transmutación alada, aprendiste a mirarte con amor
y respeto, y a pensar en ti y en tu legado.
No hay nada ya que no alcances en tu indomable bravura. Desparramas
hazañas, creatividad y alegría en tus actos, sorteas obstáculos y desazones,
modulas con luz los días claros y dejas abiertas las ventanas de tu alma para
vencer los nublados.
Todos los que nos acercamos a la calidez de tu serenidad somos afortunados,
y en esta inmensa fortuna nos revolcamos para no dejar ni un solo poro falto de
tu legado.
Que tu paso al caminar y la nobleza de tu trabajo ha hecho a todo el que
tocas, símbolo de tu valor como regalo. Que has puesto la vida en ello, que todos
los que te hemos necesitado, te hemos tenido muy cerca y a todos nuestros
monstruos has matado.
Pero ya no te des por vencida, que largo es tu camino, tu arte y tus
posibilidades. Que explotes todo tu saber que aún queda traca para rato. Pero que
no te confunda la dureza de tus trabajadas manos, que tu vales por lo que has
hecho, tanto o más que por lo que haces.
Venga y no camines con miedo que caminos más duros hemos andado.
Despacio,
despacio no hay prisa. Respira, no abras los ojos, no hagas nada, nada que no
quieras hacer. No hay espacios que repasar, ya los conoces. Estas segura.
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