sábado, 26 de enero de 2013

ORGULLO DE OFRENDA


Me refugio en las cadenas que atan mi desesperado cuerpo, y hago mal, lo sé.
Oigo la lluvia y me doy cuenta de que hay un universo sabio que permite que el agua corra y se deslice libremente, nunca puedes contener el paso natural del agua, sólo el hombre que vive con cadenas, encadena también al agua.
 Mientras el sonido del agua hace trascender y recobrar el sentido de la vida, nada es nuestro, nada es controlable, nada es inmutable, nada es estable.
 No puede haber canto, ni sonido, ni lucha que contenga el arrullo del agua, susurra, susurra y si te dejas llevar te acompaña a un estado conocido, en el que ya has estado y en el que volverás a estar, otras lluvias, otras aguas, nada fluye igual, porque no es el mismo agua, ni el mismo sonido, ni tú eres la misma.
No hay una realidad eterna, no hay una realidad, no hay un mañana, todo es hoy y hoy no es ayer, es hoy, y tus oídos no oyen igual, y tu olfato ha cambiado, hoy huele a hoy, a mojado, pero a otro mojado, al del beso que alguien te dio cuando partió hoy de viaje, y te abraza, con su ropa mojada y suspira un aire húmedo y susurra algo que hoy es nuevo y te eriza la piel mojada, otra piel, que es la de hoy. Huele a almendros, al perfume almizclado de aquel frasco que había en tu cómoda olvidado y que un día fue fresco y hoy huele a algo que nada tiene que ver. Tu piel ya no es la misma ni tú eres la misma.
Abrazo largo, reposado, sin prisa, no hay perdida ni despido, hay momento para abrazarse. Humedad, olor, susurro, la piel toca su  piel que tampoco es ya la piel que ayer rozaba mi cara. Hoy es otra piel.
No puede haber despedida porque mañana será mañana y tú estarás en otro sitio y yo aquí, y solo habrá distancia pero no despedida, eso fue abrazo, largo, eterno, sentido, noto tu mentón apretando fuertemente mi  cara.
Tu pecho estruja mis senos que hoy se sienten descansados, se dejan estrujar sin resistencia porque un día fueron tuyos y ya hoy son otros senos, ya no son gentiles y airosos, ahora débilmente inclinados permiten que tu pecho se encaje en el mío y noto tus huesos-
Tus músculos que hoy sí son vigorosos, cual castillo, y tus brazos rodean todo mi cuerpo, envolventes, compasivos, grandes y voluminosos. Oigo tu respiración, susurras tu aliento en mi oído y respiras tu vida, vida que un día yo cree, pero que hoy ya no es mi vida, es la tuya.
Acercas tus labios húmedos a mi mejilla y me besas. La lluvia no puede acallar el sonido de tus besos que uno tras otro repites como si ya hubiese olvidado el primero.
Aprietas tu frente contra la mía y siento tu altura, que encorvas para acercarte, y no dices nada y yo callo, no hay nada que decir, tus células se unen a las mías, quizás recuerden que un día salieron de mí.
Anidas en mi frente y reposas en mis manos, pequeñas que ya no llegan a cubrir un mero espacio de tu cuerpo, pero calan igual que el agua de la lluvia que cae sobre nosotros y no importa, porque hoy nuestra piel está mojada.  Pero es hoy y luego se secará .
Cada uno somos uno que se resiste a separarse del otro, porque un día fuimos uno . Hoy eres tú, ya no eres mi vida, ahora es tu vida, yo la gesté, y te la dono para que esculpas tu hoy.
Abrázame fuerte te transfiero mi legado, es tuyo, hoy estás cerca de mí, mañana será un hoy y nos alejará la distancia, pero seguiremos juntos en el refugio que une nuestras almas.
Susurras de nuevo tu aliento y  mezclado me donas tus palabras, y me concedes, sin importarte quién escuche generosa vida que yo oigo despacio, como para que no escape, para retenerlo hoy “te quiero mama, como la trucha al trucho, como el mar al calamar y al petral” y no olvidarlo mañana.




No hay comentarios:

Publicar un comentario