jueves, 7 de marzo de 2013

CREAS, LUEGO EXISTES


No es ilusión, ni alucinación, en estos tiempos que corren los pensamientos han sobrepasado los límites de velocidad, y circulan en circuitos cerrados, sin control, sin freno.
No, no estamos fascinados por la inquietud, pero nuestra mente vaga sola, indaga lugares imposibles y muestra pistas falsas.
Te levantas, te acuestas y la razón te convulsiona, rebuscas aquello que te haga avanzar.
Trazas  un mapa para desesperados, callejeros imposibles para mentes que apuestan por un lugar en el mundo. Éstos no encuentran destino.
Escuchas a la gente. Te dispones a controlar el paso de las palabras de los que te rodean. No hay palabras.
Los pensamientos traspasan los cimientos de los que buscan respuestas, y llegan a la carcasa de tu incógnita y te incluyen en su laberíntica confusión.
Murmullos, sincronización de rumiaciones, estado de sitio de cogniciones precisas que se encaraman al corredor de la muerte.
Imaginas quien estará ahí cuando tú despiertes, que collage crearás con los recortes de las capacidades que te otorgaron al nacer. 
Todo es incierto, el aliento escasea y la fuerza se hace migajas.
No puedes desvanecerte, hay un caudal de fertilidad que aprieta, busca la salida y choca contra la contradicción de la inseguridad.
Se aferra a la pertenencia vital  del incógnito voceo de tu nombre y pulsa el llamador que tu engendramiento acertó a  otorgarte. 
Licencia prematura de un futuro que aguarda ser explotado.
Encarar al miedo, refugio de melancolías obtusas, que a través de acertadas decisiones ruedan en su presencia. 
No hay vencidos en el prodigio de quien cuenta con el favor de haber sido coronado con la osadía de la creatividad.
Quien crea, no dormita en los oscuros pasillos de un sala de espera.
Crear sin límites, sin precisos botones que ciñen las caóticas sociedades de vertiginosas amenazas. 
No hay manuales, ni guías, ni interminables callejeros, ni mapas para los desesperados por la presión del corsé que maltrata la vocación de los ilusionados.
La ruta marcará el trayecto que torna lo que presiona ligero,  lo que desgarra abrigo y la que fatiga reposo. Confiar en lo que se nos dio, esparcir su cosecha.
Ausentarse de lo establecido, presentarse en lo poseído, y blindar lo amado. Orbe de donaciones donde atrincherarse.  
No importa el don creativo con el que se nos obsequió si se alumbra su resultado. 
Crear, crear, crear, crear aquello en lo que creas. 
Hay destino para los ofuscados por la trampa que abofetea nuestro futuro, creando, haciendo lo que nos apasiona, escribiendo nuestro destino con la seguridad de lo que aligera. 

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